El miercoles 19 de Enero de 2011, a las 04:53 de la madrugada, descubrí ante mis ojos el mejor activo que un ser humano pueda imaginar. El mejor activo del mundo no renta dividendos, ni te ofrece ganancias de capital, pero llena tu vida de una felicidad que ninguna otra cosa en el universo puede superar. Unos días después, en una entrada de mi anterior blog a la que llamé Invertir en felicidad, os presenté a mi pequeña Claudia.
Hace algo menos de un mes, una terrible noticia cambió mi vida y la de mi familia. Claudia había sido diagnosticada de leucemia. Algo tan horrible como inesperado, para lo que nadie está preparado, llegaba a nuestras vidas para quedarse, al menos, por una larga temporada.
Después de unas semanas de asimilación, y tras recuperar un pequeño porcentaje de la concentración necesaria para escribir una entrada, me siento preparado para contarte los cambios que mi cartera debe sufrir para afrontar esta especie de cisne negro. La enfermedad de Claudia, los gastos (no muy sensibles en el presente conocido) que se producirán en los próximos meses, y los gastos que no sabemos (incertidumbre) que tendremos en el futuro, y los que hagan falta para garantizar la felicidad de Claudia, hacen que cada euro ahorrado hasta hoy deba ser protegido. Ahora el largo plazo pierde importancia, y la gana sobremanera la conservación del capital.
En noviembre de este año cumpliré 40 otoños, y tenía pensado aumentar la cantidad de renta fija de la cartera para ir reduciendo el perfil de riesgo de la misma. Pero ahora se me hace insuficiente una estrategia 60/40, ya que, una caida pronunciada tras un crash podría mermar también buena parte de su valor. Las circunstancias actuales me llevan a acercarme más a la cartera permanente de Harry Browne, con el fin de estabilizar al máximo la volatilidad del portafolio sin renunciar al crecimiento del mismo por encima de la erosionadora inflación. Imagina que se hubiera producido un crash severo hace dos meses, y que ahora, en la situación que se me plantea, me encontrara con un 40% de mi capital. No puedo permitir que eso ocurra. Eso sí que hubiera sido un verdadero cisne negro.
Así pues, he tomado los activos de la cartera bogle que tan buen resultado me ha dado en los últimos seis años y he comenzado a moverlos para que, tratando de no incurrir en pérdidas por impuestos y respetando o traspasando mis fondos y planes actuales, diseñando una Cartera Permanente Simplificada que se adapta perfectamente a mis circuntancias y estilo «ultralazy»:
– 25% ORO
Bullion
Bullion en diferentes localizaciones
Xetra-Gold ETF
– 25% ACCIONES
Amundi Index Euro
Plan Naranja EuroStoxx 50
– 50% BONOS (media de vencimiento 8-10 años)
Amundi Index Global Bond Eur Hedge
Plan Naranja Renta Fija Europea
Bono Alemán 2046
Cash (aún por asignar)
Ya ves, acabas de presenciar en mis propias carnes una adaptación forzada a las circunstancias personales. Ni hace un mes era mejor una cartera bogle que una cartera permanente, ni hoy es mejor la segunda que la primera. Sencillamente, ahora mis circunstacias me piden que mi cartera sea la que hoy me propongo tener: poco volátil, estable, sencilla, indexada, barata y con la suficiente fuerza como para proteger con creces el capital de la inflación a largo plazo, y con un buen porcentage de activos físicos que queden intactos ante una repentina crisis monetaria, o electrónica, o lo que quisieran inventar esa panda de olgazanes pedigüeños vestidos de traje y corbata que manejan las finanzas y riquezas globales.
Abrazo grande a tod@s. ¡Seguimos fuertes en el camino!