Especular no tiene nada de malo. Querer comprar algo porque sospechas que tiene un precio rebajado con vistas a quedártelo un tiempo determinado y venderlo más caro es una actividad tan aceptable como cualquier otra que tenga también objeto de lucro. Pero déjame apuntar que sería bueno que en la industria de las finanzas se llamara a cada cosa por su nombre, para que así cada usuario pudiera tener claro qué tipo de producto financiero está comprando.
Estamos en uno de esos ciclos en los que las modas son muy identificables. Gestores y asesores que recomiendan tener todo el patrimonio que no vayas a necesitar en acciones porque es el mejor activo de largo plazo, y pequeños inversores que, creyendo el mensaje, llevan todos sus ahorros a la renta variable y apuestan sobreponderando las acciones más riesgosas del mercado.
Y mira que se comparten en las redes sociales las frases y pensamientos de los padres de la inversión, pero qué poco se muestran aquellas que deberían estar en un imán pegado a la nevera de casa. En las próximas líneas, Benjamin Graham resume su idea de cartera para el inversor defensivo:
«Simplemente por la incertidumbre siempre existente, el inversor no puede permitirse tener todos sus fondos en acciones, y tampoco en bonos. Debe considerar una mezcla de ambos para minimizar sus riesgos, protegerse de lo imprevisto y de lo desconcertante que resulta el día a día en cada etapa de la vida de las familias».
Pero no queda ahí la cosa, sino que de un tiempo hasta aquí, el hecho de que los bonos con mejor calidad crediticia ofrecieran una rentabilidad poco atractiva por la falta de inflación ha hecho que el dinero invertido en renta fija se haya marchado hacia bonos con altos cupones o hacia países que ofrecían mejores premios para los apostantes.
Puedes encontrar fondos de inversión en el mercado que se hacen llamar mixtos pero que su diversificación no parece la idónea para ofrecer mayor estabilidad a la cartera, característica que recuerdo debería ser el principal objetivo de mezclar (de ahí el concepto de fondo mixto) las clases de activos. Si un fondo mixto usa la parte de renta fija para arriesgar, en los momentos de agitación de mercado mucho me temo que esos bonos arriesgados se subirán a la chepa de las acciones para ir en su misma dirección.
Cuando la parte de renta fija la componen bonos arriesgados y derivados que van a la contra de los bonos de alta calidad, la cosa se parece más a una apuesta que a una estrategia de inversión de largo plazo con activos descorrelacionados, por lo que casi preferiría que se hicieran llamar «fondos de especulación», por el simple gusto de que cada usuario pudiera saber lo que compra. ¿Por qué lo llaman amor (inversión) cuando quieren decir sexo (especulación)?
Soy partidario de tener una parte de renta fija de medio plazo en la cartera por los siguientes motivos:
- Son menos volátiles que las acciones y consiguen que una parte de nuestro patrimonio no sufra sobresaltos.
- Tienden a tomar la dirección opuesta a las acciones (no siempre), por lo que amortigua caídas en la bolsa.
- Son un tipo de inversión en sí misma y ayuda a diversificar en clases de activos.
- Son un híbrido entre la estabilidad del bono a corto plazo y la rentabilidad de los de largo.
- Ofrecen cierta protección a la cartera en caso de ciclo deflacionista.
Por todo lo anterior, el Bund alemán de medio plazo es una parte innegociable de mi actual cartera de inversión, y lo sería también si lo hiciera como inversor particular, con el propio Bund o con un fondo indexado del mercado total de bonos de la zona euro. Y pienso que lo único que debe cambiar de unas carteras a otras es la cantidad de ellos a ponderar, atendiendo a las características personales de cada inversor, medidas por su edad o plazo de inversión, aversión a la volatilidad y situación económica personal y familiar.
Y aunque la realidad es neutra y ésta es sólo mi idea particular, por favor, hagamos el esfuerzo de llamar a las cosas por su nombre.
Como siempre, un abrazo grande!
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