La idea del rebalance de carteras está cada vez más en boca de pequeños inversores que gustan de la gestión pasiva y lazy portfolios. Tanto si se busca un estilo boglehead como de cartera permanente, el rebalance es un concepto fundamental que no se debe escapar. Puede que algunos lectores nuevos de este blog aún no estén familiarizados con ello, así que vamos a repasar sus dos principales virtudes.
1. La gestión del riesgo.
Dentro de una cartera de inversión, las distintas clases de activos soportan rendimientos y volatilidades diferentes. Unos son más riesgosos, pero con mayor esperanza de rentabilidad. Otros pueden tener la misma esperanza pero con ciclos contrarios, bajando cuando otros suben y subiendo cuando otros bajan. También encontraremos activos menos arriesgados pero contenidos en su rentabilidad esperada a futuro.
El diseño de la cartera debe ir adaptándose a tu perfil de riesgo, dependiendo de tu nivel de frialdad para soportar pérdidas latentes, y del tiempo que te reste hasta que vayas a disfrutar de tus ahorros. Este diseño debe revisarse cada cierto tiempo para mantener su estructura de riesgo, y es aquí donde el rebalance ejerce su primera función. Aquellos activos que estén sobreponderados por su buen comportamiento deben ser vendidos para comprar aquellos que hayan perdido peso en la cartera, de forma que el portafolio vuelva a ser fiel a tu perfil de riesgo.
Pongamos que tu cartera es:
50% RV EURO
20% RV GLOBAL
10% REITS GLOBAL
20% BONOS EURO
Si durante el próximo año el euro se deprecia y la renta variable sube, probablemente habrá que transferir fondos desde la parte de RV GLOBAL a los demás, ya que ese 20% se habrá transformado en un número considerablemente mayor. Fácil ¿no?
2. Aumento de la rentabilidad final de la cartera.
Este punto es algo más abstracto pero tiene alguna explicación sencilla que te ayudará a comprender. Digamos que, como idea tosca, media, pero eficaz, el rebalance de la cartera, sobre todo en lo que se refiere a sus activos más volátiles, ayudará a que la cartera obtenga, al menos, un 1% adicional de rendimiento anual. Por supuesto es un número redondo elegido para entender mejor la idea, pero más o menos irán por ahí los tiros.
Pongamos que la rentabilidad esperada de los activos de la cartera anterior es:
RV EURO 10%
RV GLOBAL 10%
RV REITS 10%
BONOS EURO 5%
El rendimiento esperado de esta cartera buy&hold si no se rebalanceara sería de 9% anual. Se compra hoy y se deja fluir hasta el final. Pero claro, el rebalance produce un efecto mágico pero maravillosamente simple, comprar barato aquello que ha bajado de precio y vender caro aquello que se apreció. Ir en contra de la masa tiene sus beneficios pero lo que ahora nos importa es que conseguiremos un 1% extra (yo diría que más si los activos están bien descorrelacionados). Veamos un ejemplo.
Supongamos una cartera de 10000€ compuesta por los activos que hemos visto. Supongamos que su rentabilidad será de 9% anual, y su coste de gestión de un 0,30%. A los 30 años, si sacamos un 4% anual del total acumulado, dispondremos de 628€ al mes.
Pero si rebalanceamos y conseguimos con ello que el rendimiento anual sea del 10%, nuestro «sueldo» mensual pasaría a ser de 703€. Y esto sin contar nuevas aportaciones durante los 30 años de vida de la cartera.
Como ves, el rebalance es obligatorio para el inversor de largo plazo. Con ello evitamos daños serios en nuestra cartera, evitando buena parte de burbujas y demencias del mercado, además de darle al turbo al rendimiento de nuestros euros.