La dopamina es un neurotransmisor producido por una gran parte del reino animal, incluido el Ser Humano. Produce, entre otras cosas, excitación y aumento de las pulsaciones del corazón, sobretodo en situaciones de asociación estímulo-recompensa.
La relación de esta sustancia con las apuestas e inversiones financieras han sido estudiadas para observar y explicar el comportamiento irracional de los participantes del mercado, visitadores de casinos y adictos a los billetes de lotería. Una de las conclusiones más curiosas, sorprendentes pero inmensamente útiles fueron los descubrimientos sobre el momento en el que el apostador o especulador segregaba mayor cantidad de dopamina. Al contrario de lo que se pueda pensar, no era en el momento de una buena ganancia cuando el nivel de excitación química alcanzaba sus mayores cumbres, sino que era en el instante en el que parecían descubrir una pauta que implicaba pensar que se podría abrir una operación ganadora. Es decir, especuladores, apostadores y jugadores entran en sus círculos viciosos no por el placer de ganar, sino por el de jugar. Según estos estudios, los analistas técnicos son auténticos adictos al efecto de la dopamina.
El neurólogo Emrah Düzel realizó también un estudio con un grupo de operadores y observó que la anticipación del beneficio era, posteriormente, mucho mejor recordado por los participantes que el beneficio en sí. Eran más capaces de recordar pautas que habían sido ganadoras en sus operaciones que las propias operaciones de venta que generaban las ganancias. Incluso en las operaciones más aleatorias, siempre había una pauta que recordar, y que les hacía salivar como perros cuando se encontraban de nuevo, de forma casual, con la misma sucesión anteriormente ganadora.
Este juego de las expectativas no solo afecta a pequeños especuladores sedientos de emociones en sus aburridas vidas, sino también a profesionales del sector, que cobran a muchos de los primeros un 2% de su dinero mal invertido, más el 20% de las «inteligentes, intelectuales y brillantes» ganancias generadas por sus aleatorios chutes de dopamina.
Otro neuroeconomista, Scott Huettel, de la Universidad de Duke, realizó un estudio haciendo que sus colegas trataran de adivinar y anticipar repeticiones. Les mostraba sucesiones aleatorias de 10 círculos y cruces tales como OXOXOOOXXO (ejemplo). La posibilidad de de apareciera en cada momento un círculo o una cruz era del 50%. Pero el caso es que los participantes se mostraban capaces de anticipar un círculo cuando previamente habían salido dos de ellos consecutivos, y de igual manera con las cruces. Un claro ejemplo de operar la tendencia…
Las predicciones son el enemigo del inversor pasivo de largo plazo, convirtiendo el mercado en un juego tonto y sin sentido que hace perder mucho dinero a mucha gente, destruyendo sus riquezas a base de decisiones estúpidas, una detrás de otra. En la siguiente entrada veremos qué podemos hacer para que nuestro cerebro trabaje para nosotros en vez de contra nosotros, y buena parte de nuestro papel consistirá en alejarnos de predicciones, pautas y pronósticos.