Algunos lectores me escriben mostrándose en desacuerdo con mi afirmación sobre la aleatoriedad de la rentabilidad de sus fondos de inversión, y su privilegiado puesto en los rankings de los últimos lustros. Incluso habiendo mostrado ejemplos de tracks perdedores de los fondos value contra índices de pequeñas compañías comparables en capitalización y volatilidad con la gama de fondos value (y no contra índices large cap), los inversores son reacios a pensar que habían acertado por suerte al arriesgar su dinero.
Sé que es difícil de asimilar. Nuestra vida está diseñada para creer en la causalidad a toda costa. Los libros de filosofía están llenos de páginas sobre el metódico Descartes, que no paraba de corroborar los pasos dados con anterioridad para asegurarse, mediante resultado empírico, de haber acertado con cada uno de ellos antes de continuar, y apenas dedican un par de hojas a otro gran pensador y ensayista de su misma época, el gran escéptico Montaigne. Cuando acertamos tendemos a pensar que nuestro juicio era correcto por el resultado final, y nunca lo hacemos reflexionando acerca de los motivos que a priori nos llevaron a realizar tal acción.
En el caso de los fondos cinco estrellas, es complicadísimo encontrar a algún profesional de la divulgación financiera que haga ver a los pequeños inversores que, de una muestra de cientos y cientos de fondos, alguno, por pura y simple probabilidad, destacará sobre los demás a largo plazo. Del mismo modo, un inversor como Warren Buffett destaca sobre los demás, no por elegir bien las empresas (no simplemente acciones) de las que se adueña, sino por ser un concienzudo largoplacista que apenas mueve su cartera. Su esmero por utilizar el interés compuesto desde una base de riqueza, y mantenerse fuerte en el camino, lo ha hecho multimillonario.
Os pongo un ejemplo de probabilidad que mostrará la sencillez de la argumentación:
Imaginemos que un hombre decide jugar a la ruleta rusa. Una bala en el tambor por cada seis huecos. Si se dispara sale con los pies por delante, pero si «acierta» gana cien millones de euros. Después de jugársela sale vivo, y llega a su casa sano, salvo y podrido de dinero. Imaginemos ahora a sus familiares, amigos y vecinos sacándolo a hombros por ser tan tan tan inteligente. ¡Torero, torero, torero! No tiene sentido, ¿verdad? Eso lo sabemos tú, yo y cualquiera.
Ahora pongamos el caso de que el juego no es tan fácil, ya que para ganar deberá salir vivo de 25 partidas seguidas. ¿Cuál crees que será el resultado final? Efectivamente, lo más probable es que nuestro protagonista termine criando malvas. Algunas partidas conseguirá sobrevivir, pero me temo que no llegaría muy lejos. Ese mismo es el futuro de la mayor parte de los fondos de inversión, ya que cuanto más tiempo juegan contra el mercado, más posibilidades de que terminen fracasando.
Pero claro, el mercado de fondos es muy amplio. Vamos a ponernos en el caso de que el reto de 25 partidas seguidas de ruleta rusa la juegan 500 personas. ¿No crees que al terminar las 25 tandas saldrían algunos triunfadores? Yo pienso que sí. Esos que salen ganando el reto podrían ser considerados como genios. Podríamos pensar que saben elegir el arma adecuada, o que de alguna forma se las han ingeniado para apretar el gatillo cuando la recámara estaba vacía. Pero no, simplemente tuvieron SUERTE. Nada más que SUERTE.
No es mi intención convencer a nadie acerca de todo esto. Comparto contigo mis pensamientos y lo que la estadística nos puede enseñar. Nos ayuda a entender una realidad distorsionada por el ruido, la fe y las creencias. Si has tenido la suerte de estar invertido en los últimos 20 años en Bestinver me alegro infinito por ti, pero me gustaría que entendieras que si te has salido de sus fondos por la marcha de su gestor, en realidad, no tiene mucho sentido. Sigue teniendo las mismas posibilidades que antes de darse el tiro de gracia.