«La inversión es más inteligente cuando está enfocada a los negocios». Benjamin Graham.
Los meteorólogos del mercado llenarán tu oído, pero nunca llenarán tu billetera
Si no has leído la última carta de Warren Buffett a los accionistas de Berkshire Hathaway, cosa que lleva cinco minutos al año y produce enseñanzas para toda la vida, estás de suerte, porque quiero compartir contigo el párrafo que me parece más interesante, que se encuentra entre las páginas 18 y 19 de la carta. Para facilitarte el tema, he hecho una traducción personal al español. Espero que te parezca interesante:
Este es un mensaje importante para los inversores acerca del desempeño dispar entre acciones y bonos.
Piense de nuevo en nuestro informe anual de 2011, en el que se definió la inversión como «la transferencia a otros de poder adquisitivo, con la expectativa razonada de recibir más poder adquisitivo – después de impuestos se han pagado en nominal en el futuro «. La poco convencional, pero ineludible conclusión que se desprende de los últimos cincuenta años es que ha sido mucho más seguro invertir en una cartera diversificada de empresas estadounidenses que invertir en bonos del Tesoro, cuyos valores se han atado al precio del dinero. Eso también es cierto para el medio siglo anterior, un período que incluye la Gran Depresión y las dos guerras mundiales. Los inversores deben prestar atención a la historia. De una forma u otra es casi seguro que se repita durante el próximo siglo.
Los precios de las acciones siempre serán mucho más volátiles que los de los bonos o el cash. A largo plazo, sin embargo, los instrumentos de renta fija son inversiones más arriesgadas que la cartera de acciones ampliamente diversificada que se compran poco a poco a través del tiempo. Esa lección habitualmente no se enseña en las escuelas de negocios, donde la volatilidad se usa casi universalmente como una aproximación al riesgo. La volatilidad está lejos de ser un sinónimo del riesgo. Fórmulas populares que equiparan los dos términos conducen a estudiantes, inversores y directores generales por mal camino. Es cierto, por supuesto, que ser dueño de las acciones por un día o una semana o un año es mucho más arriesgado que dejar los fondos en efectivo. Es relevante para determinados inversores, por ejemplo bancos de inversión, cuya viabilidad puede ser amenazada por el descenso en los precios de los activos y que podría verse obligado a vender valores durante los mercados deprimidos.
Para la gran mayoría de los inversores, sin embargo, que puede, y debe invertir con un horizonte de varias décadas, descensos en el precio de las acciones no son importantes. Su enfoque debe permanecer fijo en el logro de avances significativos en el largo plazo. Para ellos, una cartera de acciones diversificada, comprado con el paso del tiempo, va a resultar mucho menos arriesgada que los valores de renta fija.
Si el inversor, en cambio, teme la volatilidad de los precios, erróneamente viéndolo como una medida del riesgo, termina haciendo algunas cosas muy arriesgadas. Recordemos a los expertos que hace seis años se lamentaban de la caída de los precios de las acciones y aconsejaron invertir en bonos del Tesoro «seguros» o certificados de depósitos bancarios. Las personas que atendieron estos consejos ahora están ganando una miseria. Si no fuera por el miedo a la volatilidad de los precios, éstos inversores podrían haberse asegurado a sí mismos una buena renta de por vida por la simple compra de un fondo indexado de muy bajo coste cuyos dividendos han tenido una tendencia al alza en los últimos años y cuyo principal también creció (con muchas subidas y bajadas, puede estar seguro).
Los inversores, por supuesto, pueden, por su propia conducta, pensar que tener acciones es arriesgado. Y muchos lo piensan. Poe ello, llevan una gestión activa, intentan hacer timing con los movimientos del mercado, crean una diversificación inadecuada, pagan altos e innecesarios honorarios a asesores, y hacen un mal uso de dinero prestado que puede destruir los retornos decentes que un inversor de toda la vida podría disfrutar. De hecho, el dinero prestado no tiene cabida en el juego como herramienta del inversor. Cualquier cosa puede ocurrir en cualquier momento en los mercados, y ningún asesor, economista o comentarista de televisión puede predecirle cuándo se producirá el caos. Los meteorólogos del mercado llenarán su oído, pero nunca llenarán su billetera.
Los inversores, visto como grupo, a largo plazo, han estado siempre por debajo del poco sofisticado inversor indexado que simplemente se sienta a esperar durante décadas. Una de las principales razones son los honorarios: Muchas instituciones pagan importantes sumas a consultores que, a su vez, recomiendan a gerentes de altos honorarios. Y eso es un juego de tontos. Hay unos cuantos gestores de inversión, por supuesto, que son muy buenos. La mayoría de los asesores, sin embargo, son mucho mejores para generar altos honorarios de lo que son a la hora de generar altos rendimientos. En verdad, en lo que mejor están preparados es en el arte de vender. En lugar de escuchar sus cantos de sirena, inversores, grandes y pequeños, deben leer a Jack Bogle en The Little Book of Common Sense Investing.
Hace décadas, Ben Graham estableció claramente la culpa de la falta de rendimiento en la inversión, utilizando una cita de Shakespeare:
«La culpa, querido Bruto, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos«.
Cómo luchar contra la adicción a la dopamina (2)
En Cómo luchar contra la adicción a la dopamina vimos la forma en que este neurotransmisor influye en el proceso perdedor de malos inversores y especuladores aficionados sin control emocional. Su poder es tan desconocido como destructor, ejerciendo su poder demoledor en los momentos del proceso de inversión en los que pasa más desapercibido.
Ahora, una vez reconocido su peligro, nos toca intentar presentarle frente mediante estrategias sencillas que nos ofrezcan hábitos de defensa ante un enemigo tan viral, invisible y potente. Veamos qué podemos hacer:
1. ENTIENDE AL MERCADO.
Conseguir lo que intentas predecir no produce apenas dopamina, es el propio juego de la predicción y esperar haber acertado lo que alborota a las hormonas del narcisismo especulador. Por lo tanto, entender que en el corto plazo la bolsa se mueve haciendo un camino de dientes de sierra es fundamental para el inversor de largo plazo y su tranquilidad mental. Las bajadas se van a producir, y algunas muy acusadas. Cuanto antes lo entiendas y asimiles, menor el tormento.
2. ENTIENDE A LA PREDICCIÓN.
El juego de la predicción tiene ciertas características que, sabiendo de antemano sus normas y trampas, te harán alejarte de él. Una vez que comprendes que el futuro es impredecible, y que intentar hacerlo es un juego perdedor, desecharás la opción de la bola de cristal. Estas características propias del reconocimiento de pautas te servirán de ejemplo:
– Antepone las conclusiones. Dos veces seguidas de cualquier cosa te harán esperar una tercera.
– Prefiere el narcisismo. Incluso llevando una estrategia metódica, la máquina de buscar pautas siempre quiere ir más allá para encontrar un camino intuitivo que le aporte mayor valor intelectual.
– Se activa automáticamente. Incluso sabiendo que te enfrentas a una serie aleatoria de cualquier cosa, tu cerebro se conecta de forma automática para encontrar alguna pauta.
– Es incontrolable. Si no realizas un esfuerzo de aprendizaje anterior, la máquina de búsqueda de pautas es irrefrenable.
3. CONTROLA LO CONTROLABLE.
En vez de malgastar tus energías en buscar la próxima figura del IBEX, debes poner el foco en aquello que sí puedes controlar:
– tus expectativas, esperando objetivos realistas y alcanzables basados en datos y hechos relevantes, no en lineas y figuras tanto imaginarias como insignificantes. Esperar un 10% de beneficio en el próximo año en bolsa es alcanzable pero no realista, ya que sabes que en un solo año puedes tener tanto un +50% como un -50%. Pero un 10% anualizado a 30 años es algo que la ciencia estadística nos muestra como alcanzable y realista.
– tu perfil de riesgo, entendido como tu nivel de aversión a las bajadas bursátiles. Si no estás seguro de aguantar los malos tiempos, procura tener una buena porción de activos poco volátiles en tu cartera. Incluso Benjamin Graham recomendaba un máximo del 75% de renta variable en cartera.
– tu propia guía de actuación, usando un método planificado que te lleve por pasos hacia una forma de invertir sencilla y simple. Si te sales de esta guía correrás el riego de ser atrapado por la intuición, paso previo a la vuelta a la adicción.
– tus gastos, evitando operar demasiado el mercado, comprando activos para siempre, y evitando fondos y ETFs con comisiones fijadas por sinvergüenzas sin escrúpulos. Además, ahorrarás impuestos que ya no formarán parte de la bola de nieve que debe ser la inversión largoplacista.
– tu propio comportamiento, manteniendo la calma, y sintiéndote más fuerte que aquello que te puede engatusar para predecir.
4. COMIENZA A RESTRINGIR PARA PARAR DE PREDECIR.
Cuando te enfrentes a cualquier dato que se te ponga delante de las narices, tu cerebro estará tentado a entender a qué llevará. La mejor apuesta es prevenirte a ti mismo de cualquier apuesta. Un buen camino para evitar tales tentaciones es realizar dollar cost averaging, invirtiendo una cantidad fija cada mes, trimestre o año. Los fondos de inversión son una herramienta ideal para este tipo de estrategia. Esto pone tu dinero a trabajar en modo automático, evitando que la parte reflexiva de tu mente quiera hacerse la lista en tu perjuicio.
5. BUSCA LA EVIDENCIA.
Las formas modernas de adivinación como los analistas de mercado y sus proyecciones son una buena forma de hacerse adicto a los mercados y sus predicciones. ¿Cuántos fondos conoces que hayan batido al índice en 20 años? De haber alguno, que por pura estadística tiene que haberlo, ¿de verdad crees que su gestor es un ser superior que sabe cosas que el resto de mentes increíblemente preparadas no saben? Intenta encontrar la evidencia en la superioridad de un adivinador y te demostrarás a ti mismo que no merece la pena pagarle millones de euros en comisiones y bonus.
6. DESCANSA LA MENTE Y NO TE OBSESIONES.
Lejos están los tiempos en los que el inversor compraba y vendía sus activos por teléfono o visitando el banco o la oficina del broker. Por desgracia, la tecnología y su progreso se han puesto en contra de los inversores de largo plazo, ya que les posibilita mirar pantallas de cotizaciones verdes y rojas en cualquier momento a través de dispositivos portátiles. Si no te propones descansar tu mente de las pantallas, te será muy muy complicado mantener la calma. Invertir a largo plazo es más difícil de soportar que ser un especulador cortoplacista, ya que este último cortará sus pérdidas y dejará su mente descansar, por mala que sea su operativa. Pero el inversor de largo plazo que no deje de mirar las cotizaciones cada día tiene pocas posibilidades de soportar momentos de tensión bursátil.
Cómo luchar contra la adicción a la dopamina (1)
La dopamina es un neurotransmisor producido por una gran parte del reino animal, incluido el Ser Humano. Produce, entre otras cosas, excitación y aumento de las pulsaciones del corazón, sobretodo en situaciones de asociación estímulo-recompensa.
La relación de esta sustancia con las apuestas e inversiones financieras han sido estudiadas para observar y explicar el comportamiento irracional de los participantes del mercado, visitadores de casinos y adictos a los billetes de lotería. Una de las conclusiones más curiosas, sorprendentes pero inmensamente útiles fueron los descubrimientos sobre el momento en el que el apostador o especulador segregaba mayor cantidad de dopamina. Al contrario de lo que se pueda pensar, no era en el momento de una buena ganancia cuando el nivel de excitación química alcanzaba sus mayores cumbres, sino que era en el instante en el que parecían descubrir una pauta que implicaba pensar que se podría abrir una operación ganadora. Es decir, especuladores, apostadores y jugadores entran en sus círculos viciosos no por el placer de ganar, sino por el de jugar. Según estos estudios, los analistas técnicos son auténticos adictos al efecto de la dopamina.
El neurólogo Emrah Düzel realizó también un estudio con un grupo de operadores y observó que la anticipación del beneficio era, posteriormente, mucho mejor recordado por los participantes que el beneficio en sí. Eran más capaces de recordar pautas que habían sido ganadoras en sus operaciones que las propias operaciones de venta que generaban las ganancias. Incluso en las operaciones más aleatorias, siempre había una pauta que recordar, y que les hacía salivar como perros cuando se encontraban de nuevo, de forma casual, con la misma sucesión anteriormente ganadora.
Este juego de las expectativas no solo afecta a pequeños especuladores sedientos de emociones en sus aburridas vidas, sino también a profesionales del sector, que cobran a muchos de los primeros un 2% de su dinero mal invertido, más el 20% de las «inteligentes, intelectuales y brillantes» ganancias generadas por sus aleatorios chutes de dopamina.
Otro neuroeconomista, Scott Huettel, de la Universidad de Duke, realizó un estudio haciendo que sus colegas trataran de adivinar y anticipar repeticiones. Les mostraba sucesiones aleatorias de 10 círculos y cruces tales como OXOXOOOXXO (ejemplo). La posibilidad de de apareciera en cada momento un círculo o una cruz era del 50%. Pero el caso es que los participantes se mostraban capaces de anticipar un círculo cuando previamente habían salido dos de ellos consecutivos, y de igual manera con las cruces. Un claro ejemplo de operar la tendencia…
Las predicciones son el enemigo del inversor pasivo de largo plazo, convirtiendo el mercado en un juego tonto y sin sentido que hace perder mucho dinero a mucha gente, destruyendo sus riquezas a base de decisiones estúpidas, una detrás de otra. En la siguiente entrada veremos qué podemos hacer para que nuestro cerebro trabaje para nosotros en vez de contra nosotros, y buena parte de nuestro papel consistirá en alejarnos de predicciones, pautas y pronósticos.
El camino hacia el infierno está pavimentado con buenas intenciones
Otro lunes negro más para la historia de las bolsas. Esta vez le ha tocado a China llenar los titulares de las portadas de los diarios generalistas, sirviendo de excusa para explicar la tormenta de verano. No se lo digas a nadie, pero te voy a contar un secreto: La bolsa, de vez en cuando, baja. Shuuuuuuu, que te he dicho que no se lo digas a nadie. Es nuestro secreto…
Somos inversores pasivos, y si tú realmente lo eres, te debería haber pasado como a mí ayer, que me enteré de la bajada en las noticias de la noche. Me importa un pimiento lo que hagan los mercados en el corto plazo, y aunque reconozco haber tenido suerte en pasar mi cartera Bogle a una Cartera Permanente antes de la bajada, en realidad, no tiene ninguna importancia.
Recuerda:
– Si eres joven, las bajadas como las de ahora te vienen de cine porque cada mes comprarás de forma automática en oferta, adquiriendo mayor número de activos para disfrutar durante tu futuro retiro.
– Si eres mayor, te sentarán como el culo, porque estando retirado disminuye tu «sueldo» líquido aportado por el porcentaje que saques cada mes de tu cartera de inversión.
Si no tomas decisiones sicológicas no cometerás errores sicológicos. Un inversor pasivo reacciona ante un lunes negro igual que ante un jueves negro, un martes 13 o un viernes santo, haciendo absolutamente nada. Los inversores fundamentalistas tendrán que tragar saliva y prepararse para la oleada de vaivenes que le esperan, así como el inversor técnico tendrá que romperse los ojos mirando las velas de sus gráficos.
Buscar suelos ahora no es buena idea. Lo barato que compres ahora con tu aportación extra por pensar que estamos en un suelo puede resultar cara comparada con las compras que podrías hacer en los meses siguientes de forma automatizada según tu plan pasivo. Tus buenas intenciones te pueden jugar una mala pasada invirtiendo una cantidad extra elevada en un mal momento. No intentes ser el más listo de la clase. El camino hacia el infierno está pavimentado con buenas intenciones.