Cuarta entrega de los 25 Mitos desarrollados por el genial periodista financiero Jonathan Clements en su libro «25 Myths you’ve got to avoid if you want to manage your money right«, en 1998.
¿Quién no tiene un amigo o conocido inversor que anda siempre en la búsqueda de la próxima Netscape, Intel o Home Depot? ¿O en la caza del fondo de small-caps de moda o simplemente en ese chicharro que suena que será un 100-bagger? ¿Quién no conoce a algún inversor para el que obtener el rendimiento del mercado es pura morralla y piensa que lo único realmente motivante es… ganar al mercado?
Es el inversor con mentalidad de apostante a la lotería. Todo lo que necesita es volver a poner un euro en la máquina tragaperras y confiar en que las cuatro fresas por fin se alineen. Y después de entrar en una operación el mensaje suele ser, «con ésta es imposible que me vaya mal«.
El mundo de los negocios y las acciones se mueve dentro de una ciencia no exacta. La Economía es una ciencia social en la que cambian las características de la realidad en cada segundo de nuestra existencia. Predecir es arriesgado porque el resto del mercado no es tan estúpido como se suele pensar, y creer que eres el único listo de la partida es lícito, pero poco coherente.
Lo que sí resulta cristalino es que tú no necesitas tener la próxima Microsoft en tu cartera para obtener buenos rendimientos en el futuro. Ni esa ni ninguna otra en particular. Los inversores malgastan una cantidad enorme de tiempo y esfuerzo focalizándose en decisiones poco importantes a priori. Van a la caza del próximo fondo estrella o de la próxima «super-stock», cuando les resultaría mucho más eficiente centrarse en si tienen la correcta asignación de activos en su portafolio.
EL FACTOR CLAVE: LA ASIGNACIÓN DE ACTIVOS.
Sí, el factor clave para el inversor de largo plazo es su asset allocation, es decir, el diseño de su cartera dividiendo sus pesos entre acciones, bonos y cash. Un estudio realizado en 1986 (y que se ha repetido en varias ocasiones hasta hoy) y publicado en la Financia Analysts Journal July-August 1986, sugería que la asignación de activos tenía el 93,6% de la culpa del retorno de la cartera a largo plazo, y que por lo tanto todo lo demás importaba tan poco a priori que no merecía la pena dedicarle esfuerzo.
En el diseño de una cartera podríamos diferenciar cuatro pasos:
- Decidir qué clases de activos la compondrán.
- Decidir qué peso otorgar a cada clase de activos.
- Alterar estratégicamente los pesos (timing) para intentar capturar un mayor retorno.
- Seleccionar los activos individuales (picking) para cada clase de activos.
Pues bien, los dos primeros te proporcionarán el 93,6% del retorno futuro de tu cartera, mientras que los dos últimos, que paradójicamente son los que se llevan más horas de esfuerzo por parte de los inversores, apenas importarán en el largo plazo, y si yo tuviera que apostar, posiblemente te restarían por su implicación en errores fatales y comisiones extras.
La mayoría de fondos o inversores individuales no tienen una o dos acciones, sino una cartera diversificada. Si el peso que ocupan las acciones en tu cartera es similar a las carteras de otros usuarios o profesionales, tu rendimiento será parecido. Eso sí, si la cartera sólo dispone de unas cuantas apuestas, los resultados pueden ser muy distintos, a favor o… en contra.
Para una gran parte de los inversores, no es el rendimiento de cada acción lo que cuenta, sino lo que realmente importará será cómo esos inversores dividieron sus carteras entre las principales clases de activos. Conceptos como la tolerancia a la volatilidad, tus propias necesidades o en menor medida tu edad, deben ser reflexionados con cuidado para el posterior diseño de la estrategia de inversión. Es fácil ser valiente cuando las bolsas suben con alegría, pero cuando el cambio de rasante se produce, los estómagos se aprietan, y los errores están entonces al caer. Esta tolerancia es algo que aprenderás sólo con tu experiencia personal estando invertid@.
Como siempre, un abrazo grande!
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