Los Evuzok son una comunidad del centro de África cuya vida gira en torno al medio natural. Sus costumbres y tradiciones culturales tienen como base la relación del pueblo con la naturaleza, alimentada por un mundo vegetal que engañosamente podría parecer fértil, y por la relación sostenible del ser humano con el universo que crece a su alrededor. Gracias al documental “La danza a los espíritus” y a las investigaciones realizadas por el Doctor Lluís Mallart Guimerá sobre la sociedad Evuzok, podemos hacernos una primera idea del funcionamiento de sus comunidades y la importancia del medio natural en sus vidas, así como comparar el uso que hacen de los recursos y poder compararlo con nuestra insostenible espiral de crecimiento. Aunque el vídeo ofrece una otras visiones sociológicas y médicas relacionadas con la danza o ritual que le da nombre, también nos muestra las características de su vida como comunidad. Te dejo aquí con el vídeo por si te interesara. Está en francés con subtítulos en catalán, lo que dificulta un poco el seguimiento para los que somos del resto de España, pero creo que se entiende lo suficiente como para disfrutarlo. Y si no te expongo seguidamente algunas reflexiones:
Enlace a La Danza a los Espíritus.
Resulta difícil demostrar que nuestra felicidad no está directamente relacionada con los bienes que consumimos. Algo que podría parecer más evidente al observar el documental que nos ocupa, se convierte en utópico cuando lo trasladamos a nuestra desarrollada sociedad occidental. Aunque el debate sobre el concepto marxista de materialismo haya perdido relevancia, el filósofo alemán parecía describir a mediados del siglo XIX algo que se puede admirar visionando el documental, y es la tendencia de los Evuzok a optar por lo esencial en sus vidas, apartándose de comportamientos superficiales. En la Contribución a la crítica de la economía política (Corcuff, 12), Marx nos describe como los hombres se alejan de su propia voluntad para establecer relaciones de desarrollo de producción material, con consecuencias sociales que llevan a una vida falsa, ilusoria y superficial.
Todo ser humano, nacido en cualquier rincón del mundo y al abrigo de las circunstancias más dispares, crece desde su llegada al mundo conformándose con cubrir unas necesidades básicas, que son el alimento y la protección de su madre. Crece aumentando la complejidad de sus necesidades, procurándose una dieta saludable, vestido adecuado, un hogar, ocio y educación. Se podría decir sin miedo a alejarnos de la realidad que, hasta aquí, todos crecemos en busca de lo mismo. Pero es el momento en el que el consumo aparece como protagonista cuando lo material y lo ideal toman proporciones distintas en las vidas de los seres humanos de las múltiples sociedades de nuestro planeta.
Maurice Godelier, antropólogo inspirado por Marx, insta a encontrar la parte ideal de lo real (Corcuff, 13), ya que la realidad no debe permanecer separada de lo ideal, sino que ambas deben formar parte del contenido de la conciencia. Y diera la impresión de que sociedades aisladas del ruido mediático del crecimiento económico como los Evuzok se acercan más a esta visión virtuosamente media que las nuestras. Hace alrededor de dos milenios que Marco Aurelio descubría al mundo las bondades de encontrar la virtud del término medio, y en relación al consumo sostenible de los recursos naturales, los Evuzok parecen inclinarse por no adquirir nada que les consuma a ellos mismos, cubriendo sus necesidades y comodidades básicas de forma que lo suficiente sea apreciado y disfrutado, valorando lo que su consumo aporta realmente a sus vidas.
Sin embargo, las sociedades del primer mundo, ciegas ante la necesidad del crecimiento y la efectividad monetaria, se muestran poco flexibles a la hora de buscar soluciones sostenibles en el uso de los recursos naturales. Una prueba de ello la tenemos en un comentario de Xavier Sala i Martin, quien en el diario La Vanguardia de 10 abril 2007, exponía que las propuestas como restringir actualmente las emisiones de dióxido de carbono, que comportan gastos elevados en el presente, no deberían adoptarse a no ser que los costes futuros del cambio climático sean descomunales. Sus palabras fueron: “Al fin y al cabo, nuestros hijos no sólo van a heredar un planeta más caliente. También heredarán una tecnología y unas instituciones que les van a permitir ser mucho más ricos que nosotros”. Menuda idea de crecimiento ¿eh?
Ante esto, diera la impresión que los Evuzok nos muestran como una reducción de la producción y el consumo aumenta el bienestar humano y mejora las condiciones ecológicas y la equidad en el planeta. Quizás tengamos que pararnos y pensar que las sociedades deberían vivir dentro de sus medios ecológicos, con economías abiertas y localizadas y recursos más equitativamente distribuidos. Los Evuzok no tienen que «crecer”. Observando su comportamiento respecto a las materias primas de las que hacen uso, nos proponen, sin quererlo, un marco para la transformación a un nivel más bajo y sostenible de producción y consumo, una contracción del sistema económico que estimule como conceptos principales la cooperación humana y los ecosistemas.
— Para saber más —
CORCUFF, P. (1998). Las nuevas sociologías. Madrid: Alianza.
MARCO AURELIO. Meditaciones. Madrid: Gredos.