Los seguidores de este blog conocen a Harry Browne desde que se compartieran por primera vez en estas páginas las características de la fenomenal y eficiente Cartera Permanente. Después de hacer una fortuna en los años 70 especulando con las materias primas y predecir su subida debido a una acertada visión de la inflación que les amenazaba, años más tarde reconoció que sus éxitos especulativos se basaron en la suerte de acertar, y que en un mundo incierto como el nuestro batir al mercado es una suerte propia de especuladores con fortuna.
Browne siempre declaró que especular no tenía nada de malo, pero que había que llamarlo por su nombre y no confundirlo nunca con un método de inversión. En su fantástico libro Why the best-laid investments plans usually go wrong, el difunto candidato a la presidencia de los Estados Unidos expone su opinión sobre los métodos más usados para batir a los mercados, dedicando el capítulo 7 a explicar su punto de vista sobre el análisis fundamental y sus limitaciones.
Esta entrada expone el punto personal de Browne, que aunque no dista mucho del mío propio, no tiene porqué ser literalmente mi forma de verlo.
DEFINICIÓN.
Comencemos por saber qué es un analista fundamental.
A un analista fundamental no le preocupa si un activo tiene o no popularidad o su aparente tendencia técnica, sino que sólo le importa si su precio es demasiado barato o caro comparado con su valor fundamental. Para llegar a saber si es conveniente o no comprar una acción, el analista fundamental utiliza la información proporcionada por la propia empresa para determinar, en base a cuentas de resultados y balances, si la acción está a un nivel adecuado para comprarla hoy y poder venderla más cara en algún momento indeterminado.
Pero existen una serie de limitaciones que hacen de este tipo de actos de fe una acción especulativa más que de inversión. Veamos cuáles apunta Mr. Harry:
LOS DATOS.
El analista fundamental trabaja con datos, pero la mayoría de los más importantes para él son en realidad números proporcionados por las propias empresas imposibles de confirmar en exactitud o certeza, o bien meras estimaciones.
Los únicos datos reales con los que el analista puede trabajar son los precios de las cotizaciones. Ningún otro dato es real, sino que es una estimación, y toda estimación está basada en la elección personal de alguien. Haciendo lo mejor que sabe, un analista puede acercarse a un valor intrínseco, pero unos pequeños errores pueden dar lugar a valoraciones erróneas. Un pequeño pero relevante dato perdido puede significar un gran error. Y un gran error significa perder.
Los datos más importantes en economía son las motivaciones, preferencias e intenciones de los seres humanos, y esos datos solo están en sus mentes. El analista fundamental vive y analiza en el mismo mundo incierto en el que vivimos nosotros, y todo lo que puede hacer es usar los datos que todos conocen para ver una compra como barata o cara. Si el 95% de las operaciones bursátiles se realizan por parte de instituciones, y estas instituciones financieras tienen en sus plantillas a las mentes más preparadas del planeta, con la información más privilegiada posible, ¿que nos puede hacer pensar que vamos a ver una ineficiencia donde profesionales increíblemente preparados y equipados no ven? ¿No te parece una aspiración tan poco humilde como utópica?
TIEMPO ES DINERO.
La búsqueda de una inversión barata implica el reconocimiento de que algo puede costar menos de lo que vale. Si eso es realmente así, ¿qué impide que ese activo pase años y años costando lo mismo, o incluso menos que el valor objetivo calculado? Si el mercado ya tiene los datos necesarios para ver una supuesta ineficiencia, ¿qué le hará cambiar de opinión después y no hoy, para llevar el precio a su supuesto valor real?
Si te concentras en la renta pasiva que proporciona ese activo, no tienes que temer que el precio siga barato por años, siempre y cuando la renta continúe llegando a tu bolsillo. Pero si el objetivo es la ganancia de capital, igual toca esperar años, y el tiempo también tiene valor.
DESCUENTO DEL MERCADO.
Los precios reflejan el consenso o el juicio de todos los inversores acerca de su valor fundamental. Además, el precio puede reflejar ya lo que esperas que pase en el futuro. Ya hemos comentado como en el mundo de las finanzas los mayores brokers tienen a los mejores analistas con los mejores equipos y la mejor información. Actuarán mucho más rápido que cualquier analista retail o de alguna entidad de tamaño medio. Si están de acuerdo contigo ten por seguro que habrán movido el precio antes de tu compra, y si hay malas noticias, venderán antes que tú. Igual ganarás un poco más que el mercado si aciertas, pero me temo que perderás mucho más si fallas.
SUBJETIVIDAD.
El analista fundamental busca un precio objetivo en el que fijarse como meta, pero ese precio es producto de la subjetividad. Es fácil creer, por lo aparentemente lógico del método, que un análisis fundamental es un estudio directo, concienzudo, realizado con los suficientes datos, que todos son correctos, y que llevan a un inamovible resultado también correcto. Pero eso no pasa.
Prueba de ello es que dos analistas inteligentes pueden estar en desacuerdo, y uno puede comprar mientras el otro vender. Cuando confías en un analista inviertes a través de él en lo que te gustaría invertir si tuvieras tiempo y conocimiento, y asumes que su juicio es riguroso y que ha chequeado todo como te gustaría. Incluso siendo así, tú nunca sabrás qué le ha llevado y cómo ha procedido a formar su cartera.
En base a lo anterior, piensa por un momento en tu analista o gestor de referencia. ¿Sabes bien…
... qué datos son los más importantes para él?
… qué datos no puede dejar pasar para comprar una acción?
… qué datos puede obviar y dejarse llevar por el atractivo de una acción?
… qué le lleva exactamente a repartir los pesos de sus acciones en cartera?
Si no tienes certeza de saber las respuestas a estas preguntas, no conoces los estándares de la persona en quien confías tu dinero. Y si no conoces sus estándares, estás invirtiendo a ciegas.
En todas las áreas de la vida, las personas examinan los datos y llegan a las conclusiones con las que se sienten confortables. Deciden qué pruebas aceptan, qué excepciones tolera y que dudas no puede ignorar. Inevitablemente cada persona es diferente. Pero cuando aceptas un análisis, aceptas sus estándares usados, incluso sin saber cuáles son. Estás asumiendo que es tan meticuloso como tú lo serías, tan competente, y que obtiene los datos 100% exactos y los interpreta 100% correctamente.
Al final, el análisis fundamental es como contar una fábula de un analista que compra algo muy bueno y muy barato que nadie ha visto menos él, por sus especiales y sofisticadas condiciones.
USANDO ANÁLISIS FUNDAMENTAL.
Resulta tentador apostar por una aparente disparidad entre el precio de una acción y su valor fundamental calculado. La disparidad parece mostrarnos que hay garantía de que el precio subirá de forma eventual.
Pero esa aparente disparidad no llamaría tu atención si no fuese muy amplia. Al no poder tener todos los datos posibles, y al interpretar de forma subjetiva cada dato, el margen de error es tremendo. Sólo una disparidad enorme puede permitir confiar en un posible error también enorme. Además, si el análisis coincide con tu evaluación, a no ser que tengas un talento muy raro, todos sabrán ya de esa disparidad, y todos estarán invertidos en ella.
Los errores asociados al análisis fundamental te pueden herir mucho más cuando intentas comprar acciones individuales en una cartera poco diversificada. Ten de nuevo en cuenta que no puedes verificar los datos mostrados por una compañía, y que los grandes fondos deberían estar mejor posicionados que tú o que un pequeño fondo. Cuando creas que las acciones son una buena especulación para el ciclo que está por venir, harías mucho mejor en invertir en un vehículo diversificado o indexado, y hacerlo con el dinero que puedas permitirte perder.
CONCLUSIÓN.
En realidad, Harry Browne basa estas ideas en su regla nº3 de la seguridad financiera: Reconoce la diferencia entre inversión y especulación.
Inviertes cuando:
- Mantienes una posición de largo plazo sin intentar sacar mayor partido que el rendimiento esperado del propio mercado.
- Compras activos financieros para aprovechar el beneficio que genera vía rentas o dividendos.
- Mantienes una cartera diversificada y balanceada con la volatilidad que eres capaz de asumir en cualquier entorno o ciclo económico.
Especulas cuando:
- Seleccionas activos individuales, fondos o sectores para intentar hacerlo mejor que el mercado.
- Mueves tu capital de unas clases a otras en base a un market timing.
- Basas tus decisiones en prever el curso de la economía.
- Usas análisis técnico, fundamental o de ciclos para que te guíen en qué y cuándo comprar y vender.
No hay nada de malo en especular. A pesar de que es una palabra fea y malsonante, es algo legítimo y cualquier ahorrador es libre de hacer lo que le plazca con su dinero. Pero hay que llamar a las cosas por su nombre para saber a qué tipo juego nos estamos dedicando.
El objetivo de la especulación es sacar mayor partido del mercado de lo que éste le ofrece al resto de inversores. La premisa fundamental por tanto es que tú tienes que ser más astuto que el resto de inversores, que tienes mejor información, que tomas mejores decisiones o que tu interpretación de la información disponible es más acertada.
Parece fácil batir al mercado, ya que después de todo, aquellos pocos que lo han conseguido son famosos por sus publicaciones al respecto, y a la industria le conviene que alardeen de sus conquistas.
Pero prefiero saber tu opinión al respecto, y sabiendo que la visión de Browne no es ni mucho menos afín con la mayoría de usuarios de los mercados, ¿coincides con su visión del análisis fundamental y las limitaciones que enumera? ¿Y con su opinión sobre la diferencia entre especulación e inversión? ¿Dirías tú que un inversor o gestor value es más un especulador que un inversor?
Como siempre, un abrazo grande.
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