De todas las cualidades que poseen los inversores de éxito, sin duda la paciencia está entre las más importantes en cuanto a la consecución de sus resultados a largo plazo. Con indiferencia del estilo del inversor, value, growth, pasivo, inmobiliario, emprendedor, o cualquiera que fuera su estrategia, el dejar que el tiempo jugara a su favor fue la gran diferencia para que la bola de nieve destacara en tamaño sobre las de los demás.
Todos juramos y perjuramos en el idioma que sea que si somos inversores de largo plazo aguantaremos los momentos difíciles con gallardía, pero déjame que te diga que en la mayoría de los casos, el supuesto inversor largoplacista entra y sale de sus posiciones como pollo sin cabeza, atacado de los nervios por los bandazos de un mercado que acostumbra a provocar sentimientos de miedo o codicia.
«Paciencia es la virtud de quienes saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan, ya que piensan que las cosas que no dependan estrictamente de uno, se les debe otorgar tiempo».
No debe resultarte extraño que la palabra paciente venga del latín patiens, que significa sufriente, y del verbo latino pati, que quiere decir sufrir.
Es decir, que los inversores de largo plazo que se imaginan en el tiempo futuro como inversores pacientes, están reconociendo, sabiéndolo o no, que están dispuestos a sufrir, a pasarlo mal en ciertos periodos de tiempo, con el fin de que los frutos de su espera se vean recompensados.
Esa constancia valerosa de atravesar por una desagradable situación sin perder la calma es algo mucho más fácil de imaginar que de vivir. Por suerte o por desgracia, la vida me ha puesto a prueba en otras circunstancias que podrían ser parecidas en lo que se refiere a la larga espera en momentos difíciles de malestar e incertidumbre, y es por ello que me siento capacitado para soportar sensaciones parecidas en algo relativamente más frívolo como el mercado de acciones. Además, como ahorrador-inversor ya he vivido los ciclos bajistas de 2000-2002 y 2008, lo que me otorga un disco duro cargado de «experiencia bajista».
Pero quienes hayan comenzado su camino a partir de 2009, el único mercado que han vivido es un extraño ciclo alcista de nueve años consecutivos de subidas, cuando lo normal, por estadística, es que en uno de cada tres se vean números rojos. Y eso sumado a una época en la que se aconseja con mucha ligereza estar invertido 100% en acciones porque ha sido siempre el activo más rentable a largo plazo.
Tu mejor protección ante este tipo de situaciones difíciles es la educación. Y no me refiero a cursos y másteres, sino a lecturas sosegadas de aquellos divulgadores que ponen el centro de atención de sus letras en los inversores, y no en vender el humo de su sistema de inversión, insisto, sea cual sea su estrategia. En mi opinión, no hay mejor aprendizaje sobre este tema que el me ofrecieron los libros de John Bogle, William Bernstein o Harry Browne. En el momento presente, también Jonathan Clements está contribuyendo a reafirmar en mi aprendizaje los conceptos que de verdad importan en la inversión.
Fíjate bien en estos datos:
Que la bolsa sufra una caída del 10% desde máximos dentro de un ciclo de un año es estadísticamente normal.
Que la bolsa sufra una caída del 20% desde máximos dentro de un ciclo de varios años es estadísticamente normal.
Que la bolsa sufra una caída del 30% desde máximos dentro de un ciclo de una década es estadísticamente normal.
Si eres capaz de interiorizar los datos anteriores, te sientes granjero y no especulador, y además consigues convencerte de que entrar y salir del mercado no te ayudará a obtener mejores rendimientos a largo plazo, deberías estar preparado para sufrir los vaivenes de la bolsa. Pero como no todos los estómagos, ni todos los sistemas nerviosos, ni todas las circunstancias individuales o familiares son iguales, debes adaptar tu cartera a tu propia situación, y no permitir que una mala planificación lleve al traste lo conseguido en un ciclo por perder la paciencia en el siguiente.
Puede que seas joven, solter@, con nervios de acero y con un gran colchón económico, y que pienses que tu cartera debe tener el máximo de acciones posible. Bien, ¡respetos al máximo!
Pero también puede que seas de mediana edad, con familia, con cierta estabilidad financiera pero que conociéndote a ti mismo, sabes que cierta moderación en la volatilidad te vendrá bien, y que te parece más apropiado una cartera mixta como la de Baelo o como la de cualquier otra cartera o vehículo diversificado en clases de activos.
E incluso puede que te veas en una situación en la que no te apetece lo más mínimo sufrir fuertes bandazos y prefieres algo más conservador, como podría ser una cartera eficiente o la cartera permanente, entre otras muchas opciones válidas.
En cualquiera de los casos anteriores, y más aún si has elegido la inversión automatizada como estrategia de aportaciones, lo que sí se me antoja crucial es que sea cual sea tu estrategia de largo plazo, debes interiorizar tu visión como inversor de forma que la paciencia sea lo más parecido a una simple espera y lo más alejado de un sufrimiento, de forma que lo veas como parte del camino programado, y no como un obstáculo incómodo e inesperado.
Como siempre, un abrazo grande.